jueves, 8 de noviembre de 2012

Pasando la barrera del ecuador

A estas horas suelo estar ya metida en cama. Sí, en Eslovenia los horarios son ligeramente diferentes a los españoles, más que nada debido al sol. Aquí en invierno anochece a las cuatro y media, y por mucho que te esfuerces en permanecer despierta, el cuerpo parece cambiar su reloj biológico al ritmo del sol.
Total, que hoy le quito unos minutos más al sueño para deciros que acabo de pasar la barrera del ecuador del libro. Hoy he hecho una maratón y he revisado 60 páginas de una tacada, llegando a la 221 de las 440 que ahora mismo tiene mi documento de Word. Poco a poco se hace menos pesada la revisión porque estoy llegando a partes del libro que no leía desde que lo escribí.

Antes de irme, os comento que esta semana me han hecho una entrevista en el periódico ourensano de La Región (a distancia, obviamente). Los que no tengáis nada mejor que hacer que leerla, saldrá publicada el domingo en el suplemento Vida.

¡Buen inicio de fin de semana!

domingo, 4 de noviembre de 2012

Todos los Santos en Eslovenia

Varios de los últimos comentarios que me escribíais en el blog decían que os gustaría saber de mi vida, de mis proyectos y de las cosas que hago. La mayor parte de estas cosas las he ido compartiendo aquí y allá en otros blogs, pensando que lo mejor era dejar este blog en exclusiva para Los hijos de Gea. Como resultado tengo mil blogs y casi nada de tiempo para actualizar.
¿Porqué no aquí? 

Hoy os escribo para contaros varias cosas. La primera es la que más os interesa a vosotros: noticias del libro. Os diré que la revisión es un proceso lento que, no sé si a otros escritores les pasará, no se disfruta demasiado. Ya en el pasado revisé Anagennese muchas veces, así que se llega a hacer pesado. Sin embargo, hace más de dos años que no toco la obra y me divierte sorprenderme a mí misma leyendo lo que escribí hace tiempo. Terminé Anagennese hace unos cinco años después de un año y medio de trabajo y documentación y aunque  he escrito relativamente poco desde entonces, me asombra descubrir lo mucho que mi estilo ha cambiado. Sin duda, los libros que he leído en el camino han sido los grandes culpables, además de las nuevas perspectivas que mi vida ha tomado. 

Cuando empecé a revisar Anagennese y me descubrí reescribiendo más que simplemente corrigiendo fallos, me di cuenta de que mi evolución como escritora ha sucedido aun sin darme cuenta, y es un camino de no retorno. Con el tercer libro aún por escribir, me resultará imposible que su estilo no sea diferente al de "En algún lugar de Orión", por mucho que lo intente. Algo así como lo que le sucedió a J. K. Rowling con Harry Potter, imagino. Por ello, Anagennese debe ser una transición entre ambas novelas y ambos estilos. Con este hecho en mente, me estoy esforzando por reescribirlo sin que pierda el nexo de unión con la primera parte. 

Y hablando de la primera parte. Esta semana he tenido noticias de Educando. Después de intentar lidiar con el mercado en plena crisis, la editorial ha decidido cerrar sus puertas y cesar su actividad. No puedo decir que me alegre por ello, pues realmente creía en las ganas de su fundador y fue el único que compartió y valoró mi esfuerzo en mucho tiempo, pero en los últimos meses he comprendido algo que en el fondo de mi corazón veía venir, pero como muchos otros amantes de los libros, me resistía a admitir. Con la llegada del libro electrónico, el libro impreso amenaza con desaparecer. Para mí, la sensación de tener un libro en las manos, el olor a papel recién impreso, la suavidad de su portada... jamás podrá ser reemplazado por ningún aparato electrónico. Sin embargo he descubierto que el ebook ha abierto un nuevo mundo de posibilidades para la gran remesa de escritores que, como yo, se han encontrado con las puertas cerradas en las narices, cuando no estafados. Como regalo de boda, Urban y yo recibimos dos kindles de uno de mis mejores amigos y soportes en mi andadura como escritora. He de reconocer que al principio casi sentí que traicionaba mis propios principios al utilizarlo, y durante un par de meses me resistí a ello. Después nos fuimos de luna de miel, y ante las restricciones de peso de las aerolíneas y el hecho de que estaríamos fuera más de un mes, decidí darle una oportunidad y compré un par de libros. Por primera vez, entré en amazon con ninguna idea en concreto de qué libro leer. No quería leer Canción de fuego y hielo en el kindle, ya que en mi estantería, la edición de lujo tiene su lugar destacado, así que decidí dejarme sorpender por cualquier libro que me llamase la atención y estuviese a buen precio. En los últimos meses he adquirido unos 7 o 8 ebooks en amazon por entre 0 euros (sí, gratis!) y 3 euros. Por supuesto, también venden obras de Ken Follet y demás, pero sus precios se van a 17 euros. Digo yo, ¿cómo pretenden ahora las editoriales justificar los 17 euros de la versión electrónica si no tienen que gastarse un duro en imprenta? Ridículo. No pienso pagarlos, especialmente cuando puedo comprarme una obra por 3 euros, sabiendo que los únicos que cobran ahí son la librería y el autor, como debería ser. Entre esos ejemplares, de los que me he leído ya 3, he descubierto uno bastante malillo (no pasé del capítulo 3) pero los otros dos me sorprendieron muy gratamente. Autores desconocidos que se autopublican con el único propósito de poner sus obras al alcance de quien desee leerlas. También son muchas las plataformas que permiten autopublicar en papel. Esto me ha hecho darme cuenta que, aunque el libro en papel tardará todavía un tiempo en morir, las editoriales están condenadas a desaparecer. Se resisten a admitirlo y las grandes editoriales probablemente sobrevivan a la crisis. ¿Hasta cuando? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que los grandes autores también se den cuenta de la facilidad que tiene para ellos suprimir los dos mayores beneficiarios de su propio sudor? (editoriales y distribuidoras) Particularmente creo que no demasiado. He tardado en darme cuenta. Creía que sin una editorial que me respaldara y me diera "credibilidad" como escritora, no sería aceptada. Mi opinión ha cambiado, al igual que mis ambiciones. Al final, lo más importante es disfrutarlo y hacer disfrutar a la gente con ello. Y volviendo al principio del párrafo y a donde quería llegar (hay que ver lo que me he ido por las ramas), Educando me ha devuelto los derechos sobre En algún lugar de Orión, lo que significa que puedo disponer de ella para lo que quiera. ¿Y qué quiero? Imagino que tras lo que acabáis de leer os lo imagináis. Al igual que haré con Anagennese, En algún lugar de Orión estará disponible en ebook y papel. 


Tras una larga retahíla de anuncios, vuelvo al tema del título de la entrada, para contaros alguna curiosidad de mi vida en Eslovenia. Esta semana ha sido Fieles Difuntos y Todos los Santos. Eslovenia es un país predominantemente católico, y por lo que he visto en general son más practicantes que nosotros, a la par que más tolerantes en ocasiones. De pequeña, estas dos festividades eran de las que me nos me gustaban. Estaban siempre rodeadas de ese halo tétrico y pesimista, venga rezar el rosario una y otra vez, todos enlutados. Cuando viví esta festividad la primera vez en Eslovenia, todo cambió. He de decir que ahora espero su llegada con ilusión. 

Los eslovenos tienen una curiosa manera de celebrar estos días. Al igual que hacemos en España, son días en los que aprovechan para ir al cementerio y cuidar las tumbas de sus familiares muertos. Sin embargo, para ellos es una oportunidad para reunirse, y es habitual que la familia entera se reúna en el cementerio para seguir con la celebración en casa ante una buena comida. Al contrario que en España, donde lo habitual es llevar unas flores nuevas a la tumba, aquí (aunque algunos también ponen centros de flores) lo normal es poner velas. Estas velas permanecen encendidas hasta que se apaguen (entre 2 y 5 días depende de las velas), por lo que caminar por el cementerio de noche es una de las experiencias más bonitas que he vivido. Es como navidad con unos toques de "Pesadilla antes de Navidad". He llegado a contar más de 50 velas en una sola tumba. El año pasado iniciamos una tradición que este año me he esforzado por cumplir, aunque he tenido que ir sola dejando a Urban enfermito en la cama. Entre tantas velas, hay tumbas que por su antigüedad ya no tienen familiar vivo alguno que se acuerde de ellos, y permanecen cubiertas de hiedra y sumidas en la oscuridad entre tanta luz. Por ello, compramos velas y recorrimos el cementerio buscando aquellas tumbas de las que nadie se acuerda, para darles un poco de luz. A pesar de lo espeluznante que me resultó hacerlo a solas en un cementerio enorme, a las 10 de la noche, con niebla y luna llena, la sensación es tan abrumadoramente mágica que uno se plantea si realmente existe el otro lado. El bailar de las velas se te antoja como las almas que sonríen, revitalizadas ese día por recibir tantas visitas. Si hay un día en el que caminar por el cementerio de noche es un placer, ese día es Todos los Santos en Eslovenia. ¡Creo que podría hasta dormir allí!