miércoles, 26 de diciembre de 2012

Noticias navideñas

¡Hola hola!

Ante todo, es de rigor desearos felices fiestas. La navidad quedó atrás hace dos días pero todavía se respiran sus coletazos en el aire. Sin embargo, sobre todo en España, las fiestas no han hecho más que empezar. Ah.... hecho de menos esa sensación aquí en Eslovenia. Este año me ha tocado pasarlas lejos de Galicia. Eslovenia es un país de centroeuropa, lo que suele garantizar un espíritu navideño bastante pronunciado. Luces por todas partes, mercadillos navideños, vino caliente en las calles, toneladas de regalos... la verdad es que tiene su encanto. Sin embargo, una vez que se pasa el 25 de diciembre todo decae un poco. La mayoría de las decoraciones y mercadillos alargan hasta el 1 de enero para estirar las ventas al máximo, pero más allá, se acabaron las fiestas. ¡Dónde quedan los Reyes Magos! Los Reyes Magos van a España y están tan a gusto allí que por el resto del mundo no se pasan. Me pregunto si llegaron al portal de Belén...

Dejando la navidad a un lado, me imagino que lo que de verdad queréis saber es, ¿qué pasa con Anagenesse? Os había dicho que me gustaría tenerlo listo para estas fiestas. Bien, se ha retrasado un poquito, pero gracias a Dios nada grave. Mi revisión está terminada. (Vale, mentirijilla, me faltan 3 páginas...) La revisión de la última correctora está casi terminada también. ¿Qué es lo que falta? Nada más que la maquetación. De eso se encarga Urban, quien hasta ahora ha estado sumergido en el videojuego en el que está trabajando. Sin embargo, ha reservado las primeras semanas de enero para dedicarle a nuestra obra, por lo que puedo deciros que la espera no será muy larga. Reservad parte del regalo de Reyes (una parte pequeña), ¡porque ya se le ve la carita al bebé!

viernes, 7 de diciembre de 2012

The Hungry Minds Club

No sé si os había comentado que estaba en plena apertura de una academia de idiomas. Pues bien, la Inauguración fue ayer y quería compartir mi experiencia con vosotros.
Ha sido una semana de locos, con mil cosas y ajustes de última hora. Pedidos que se retrasan, otros que llegan equivocados, promoción de última hora y la incertidumbre de saber cuántos vendrán. La verdad es que no puedo quejarme del resultado. La academia se llenó de gente hasta un punto en el que había una línea de gente esperando para poder entrar. La comida se esfumó en cuestión de una hora, en parte debido a la gran cantidad de españoles que vinieron (si es que somos como hienas). Yo no pude probar ni bocado en todo el día, y eso que estuve dos días enteros cocinando. Nunca he cocinado para tanta gente. Hervir una olla con cincuenta huevos y pelarlos no es moco de pavo, os lo aseguro.
El resultado fue unos cuantos alumnos nuevos, gente estupenda a la que espero ver a menudo y un dolor de pies impresionante.
Aquí os dejo algunas fotillos de mi academia y de la inauguración. Sí, me he cortado el pelo a lo bestia (tendré que vivir con ello durante el próximo año). Aún faltan cosillas por pulir aquí y allá, sobre todo para llenar las paredes que aún están muy vacías, pero poco a poco vamos montando nuestro club. ¿Qué os parece?













jueves, 8 de noviembre de 2012

Pasando la barrera del ecuador

A estas horas suelo estar ya metida en cama. Sí, en Eslovenia los horarios son ligeramente diferentes a los españoles, más que nada debido al sol. Aquí en invierno anochece a las cuatro y media, y por mucho que te esfuerces en permanecer despierta, el cuerpo parece cambiar su reloj biológico al ritmo del sol.
Total, que hoy le quito unos minutos más al sueño para deciros que acabo de pasar la barrera del ecuador del libro. Hoy he hecho una maratón y he revisado 60 páginas de una tacada, llegando a la 221 de las 440 que ahora mismo tiene mi documento de Word. Poco a poco se hace menos pesada la revisión porque estoy llegando a partes del libro que no leía desde que lo escribí.

Antes de irme, os comento que esta semana me han hecho una entrevista en el periódico ourensano de La Región (a distancia, obviamente). Los que no tengáis nada mejor que hacer que leerla, saldrá publicada el domingo en el suplemento Vida.

¡Buen inicio de fin de semana!

domingo, 4 de noviembre de 2012

Todos los Santos en Eslovenia

Varios de los últimos comentarios que me escribíais en el blog decían que os gustaría saber de mi vida, de mis proyectos y de las cosas que hago. La mayor parte de estas cosas las he ido compartiendo aquí y allá en otros blogs, pensando que lo mejor era dejar este blog en exclusiva para Los hijos de Gea. Como resultado tengo mil blogs y casi nada de tiempo para actualizar.
¿Porqué no aquí? 

Hoy os escribo para contaros varias cosas. La primera es la que más os interesa a vosotros: noticias del libro. Os diré que la revisión es un proceso lento que, no sé si a otros escritores les pasará, no se disfruta demasiado. Ya en el pasado revisé Anagennese muchas veces, así que se llega a hacer pesado. Sin embargo, hace más de dos años que no toco la obra y me divierte sorprenderme a mí misma leyendo lo que escribí hace tiempo. Terminé Anagennese hace unos cinco años después de un año y medio de trabajo y documentación y aunque  he escrito relativamente poco desde entonces, me asombra descubrir lo mucho que mi estilo ha cambiado. Sin duda, los libros que he leído en el camino han sido los grandes culpables, además de las nuevas perspectivas que mi vida ha tomado. 

Cuando empecé a revisar Anagennese y me descubrí reescribiendo más que simplemente corrigiendo fallos, me di cuenta de que mi evolución como escritora ha sucedido aun sin darme cuenta, y es un camino de no retorno. Con el tercer libro aún por escribir, me resultará imposible que su estilo no sea diferente al de "En algún lugar de Orión", por mucho que lo intente. Algo así como lo que le sucedió a J. K. Rowling con Harry Potter, imagino. Por ello, Anagennese debe ser una transición entre ambas novelas y ambos estilos. Con este hecho en mente, me estoy esforzando por reescribirlo sin que pierda el nexo de unión con la primera parte. 

Y hablando de la primera parte. Esta semana he tenido noticias de Educando. Después de intentar lidiar con el mercado en plena crisis, la editorial ha decidido cerrar sus puertas y cesar su actividad. No puedo decir que me alegre por ello, pues realmente creía en las ganas de su fundador y fue el único que compartió y valoró mi esfuerzo en mucho tiempo, pero en los últimos meses he comprendido algo que en el fondo de mi corazón veía venir, pero como muchos otros amantes de los libros, me resistía a admitir. Con la llegada del libro electrónico, el libro impreso amenaza con desaparecer. Para mí, la sensación de tener un libro en las manos, el olor a papel recién impreso, la suavidad de su portada... jamás podrá ser reemplazado por ningún aparato electrónico. Sin embargo he descubierto que el ebook ha abierto un nuevo mundo de posibilidades para la gran remesa de escritores que, como yo, se han encontrado con las puertas cerradas en las narices, cuando no estafados. Como regalo de boda, Urban y yo recibimos dos kindles de uno de mis mejores amigos y soportes en mi andadura como escritora. He de reconocer que al principio casi sentí que traicionaba mis propios principios al utilizarlo, y durante un par de meses me resistí a ello. Después nos fuimos de luna de miel, y ante las restricciones de peso de las aerolíneas y el hecho de que estaríamos fuera más de un mes, decidí darle una oportunidad y compré un par de libros. Por primera vez, entré en amazon con ninguna idea en concreto de qué libro leer. No quería leer Canción de fuego y hielo en el kindle, ya que en mi estantería, la edición de lujo tiene su lugar destacado, así que decidí dejarme sorpender por cualquier libro que me llamase la atención y estuviese a buen precio. En los últimos meses he adquirido unos 7 o 8 ebooks en amazon por entre 0 euros (sí, gratis!) y 3 euros. Por supuesto, también venden obras de Ken Follet y demás, pero sus precios se van a 17 euros. Digo yo, ¿cómo pretenden ahora las editoriales justificar los 17 euros de la versión electrónica si no tienen que gastarse un duro en imprenta? Ridículo. No pienso pagarlos, especialmente cuando puedo comprarme una obra por 3 euros, sabiendo que los únicos que cobran ahí son la librería y el autor, como debería ser. Entre esos ejemplares, de los que me he leído ya 3, he descubierto uno bastante malillo (no pasé del capítulo 3) pero los otros dos me sorprendieron muy gratamente. Autores desconocidos que se autopublican con el único propósito de poner sus obras al alcance de quien desee leerlas. También son muchas las plataformas que permiten autopublicar en papel. Esto me ha hecho darme cuenta que, aunque el libro en papel tardará todavía un tiempo en morir, las editoriales están condenadas a desaparecer. Se resisten a admitirlo y las grandes editoriales probablemente sobrevivan a la crisis. ¿Hasta cuando? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que los grandes autores también se den cuenta de la facilidad que tiene para ellos suprimir los dos mayores beneficiarios de su propio sudor? (editoriales y distribuidoras) Particularmente creo que no demasiado. He tardado en darme cuenta. Creía que sin una editorial que me respaldara y me diera "credibilidad" como escritora, no sería aceptada. Mi opinión ha cambiado, al igual que mis ambiciones. Al final, lo más importante es disfrutarlo y hacer disfrutar a la gente con ello. Y volviendo al principio del párrafo y a donde quería llegar (hay que ver lo que me he ido por las ramas), Educando me ha devuelto los derechos sobre En algún lugar de Orión, lo que significa que puedo disponer de ella para lo que quiera. ¿Y qué quiero? Imagino que tras lo que acabáis de leer os lo imagináis. Al igual que haré con Anagennese, En algún lugar de Orión estará disponible en ebook y papel. 


Tras una larga retahíla de anuncios, vuelvo al tema del título de la entrada, para contaros alguna curiosidad de mi vida en Eslovenia. Esta semana ha sido Fieles Difuntos y Todos los Santos. Eslovenia es un país predominantemente católico, y por lo que he visto en general son más practicantes que nosotros, a la par que más tolerantes en ocasiones. De pequeña, estas dos festividades eran de las que me nos me gustaban. Estaban siempre rodeadas de ese halo tétrico y pesimista, venga rezar el rosario una y otra vez, todos enlutados. Cuando viví esta festividad la primera vez en Eslovenia, todo cambió. He de decir que ahora espero su llegada con ilusión. 

Los eslovenos tienen una curiosa manera de celebrar estos días. Al igual que hacemos en España, son días en los que aprovechan para ir al cementerio y cuidar las tumbas de sus familiares muertos. Sin embargo, para ellos es una oportunidad para reunirse, y es habitual que la familia entera se reúna en el cementerio para seguir con la celebración en casa ante una buena comida. Al contrario que en España, donde lo habitual es llevar unas flores nuevas a la tumba, aquí (aunque algunos también ponen centros de flores) lo normal es poner velas. Estas velas permanecen encendidas hasta que se apaguen (entre 2 y 5 días depende de las velas), por lo que caminar por el cementerio de noche es una de las experiencias más bonitas que he vivido. Es como navidad con unos toques de "Pesadilla antes de Navidad". He llegado a contar más de 50 velas en una sola tumba. El año pasado iniciamos una tradición que este año me he esforzado por cumplir, aunque he tenido que ir sola dejando a Urban enfermito en la cama. Entre tantas velas, hay tumbas que por su antigüedad ya no tienen familiar vivo alguno que se acuerde de ellos, y permanecen cubiertas de hiedra y sumidas en la oscuridad entre tanta luz. Por ello, compramos velas y recorrimos el cementerio buscando aquellas tumbas de las que nadie se acuerda, para darles un poco de luz. A pesar de lo espeluznante que me resultó hacerlo a solas en un cementerio enorme, a las 10 de la noche, con niebla y luna llena, la sensación es tan abrumadoramente mágica que uno se plantea si realmente existe el otro lado. El bailar de las velas se te antoja como las almas que sonríen, revitalizadas ese día por recibir tantas visitas. Si hay un día en el que caminar por el cementerio de noche es un placer, ese día es Todos los Santos en Eslovenia. ¡Creo que podría hasta dormir allí!

sábado, 27 de octubre de 2012

Me confieso

No me atrevo ni a mirar la fecha de la última entrada que publiqué, pero sé de sobras que fue hace mucho tiempo. Un tiempo que ha supuesto muchos cambios en mi vida y que, si miro atrás, era imprescindible para volver adelante.

En los últimos meses han sido un par de lectores los que me han buscado hasta dar conmigo en internet, y preguntarme por la segunda parte de Los Hijos de Gea. A ellos, y a todos los demás, os pido disculpas. Como mínimo os debo una explicación y eso es lo que por fin voy a hacer hoy.

Han sido muchas las razones que me han llevado a abandonar temporalmente mi faceta de escritora.
Algunas de ellas son totalmente personales, pero le han dado un cambio de 180 grados a mi vida. Cuando hace cuatro años conocí a Urban durante mi año de Alemania y empezamos a trabajar juntos en la edición ilustrada de Los Hijos de Gea, jamás imaginé que aquel encuentro nos uniría hasta el punto de hacerme dejarlo todo y llevarme a vivir a Eslovenia. Pues bien, así fue y tras dos años de vivir en este minúsculo país de centro europa, el pasado mes de mayo nos casamos.
Organizar mi vida en este país no ha sido un camino de rosas. He tenido que adaptarme a un lenguaje totalmente nuevo (aún estoy en ello) y buscarme una manera de vivir en un lugar en el que mi carrera universitaria no tiene gran salida profesional (diseño industrial). En los últimos años he hecho de todo, incluyendo diseñar un museo de marionetas, ser mentora de un grupo de diseño de interiores, diseñadora gráfica y hasta profesora de español. Curiosamente esta última faceta es la que parece ser la única capaz de darme estabilidad y de paso, mantenerme en contacto con el español, por lo que decidí abrir mi propia academia de español. En esas ando últimamente, por cierto.
Todo esto fue uno de los motivos por los que no he tenido apenas tiempo ni energía para dedicarle a mi carrera como escritora. Estando en España me resultaba más fácil organizar presentaciones y tener tiempo para escribir, pero desde Eslovenia se hizo casi imposible.

Eses fueron los motivos prácticos, pero lo que a vosotros os interesa tiene más que ver en realidad con algo de lo que, como escritora frustrada, aún me cuesta hablar abiertamente. Ser escritora es un sueño que creció en mi siendo niña y leyendo libros de Enid Blyton. Sin embargo, la realidad es un camino de espinas en el que me he encontrado demasiada maleza. Mi juventud y mi ignorancia absoluta del mundo editorial me hizo cometer muchos errores que, por mucho que he luchado, han pasado factura a mis ganas de seguir adelante. Dos fallos editoriales me llevaron finalmente a Educando, una editorial con la que, a pesar de que las cosas no salieron como soñábamos una vez más, todavía le estoy agradecida. En toda la basura que me encontré por el camino, Guillermo fue el único que sentí que me comprendía y de verdad creía en mí. Él había pasado por la misma experiencia con los mismos desgraciados que yo. Pero el mercado no es agradecido. Los lectores esperan obras que no llegan a ellos porque las librerías no se arriesgan con "posibles" y el monopolio de las editoriales potentes pisotea cualquier intento que despunte ligeramente.
Terminé de escribir En algún lugar de Orión cuando tenía 19 años. Hoy tengo 28, lo que significa que he invertido veinte veces más tiempo intentando que la obra llegue a los lectores que en escribirla. La segunda parte está escrita desde hace unos 5 años. 5 años en los que me harté de lidiar con editoriales y librerías. El esfuerzo fue demasiado y al final, me sumergí en una depresión que me llevó a sentirme totalmente fracasada en lo único que de verdad había querido. Esta sensación me amargó los pocos momentos en los que intenté ponerme a escribir una nueva novela y como temía, me bloqueó. Nada de lo que escribía me parecía bueno, además de tener problemas para recordar el idioma por mi uso diario del inglés. Dejé de escribir y el tema se tornó en una espina que se me retorcía cada vez que alguien me preguntaba por el libro. De alguna forma sabía que no lo había abandonado totalmente. El que algunos de vosotros siguiesen interesados en el tema aún con toda la oscuridad que muchos se esforzaron por verter sobre la obra me mantuvo siempre con el deseo interior de retomarlo cuando estuviese preparada. Bien, ese momento ha llegado. He hecho las paces conmigo misma y he asumido que el problema no está en el libro, sino en el el fin para hacerlo llegar a sus lectores. Leeréis la segunda parte, pero no será ninguna editorial la que la haga llegar a vosotros. Han sido demasiadas decepciones y aunque guardo buenos pensamientos para Educando, he decidido que no voy a arriesgar mis energías de nuevo. Ya no ambiciono poner mi nombre en las listas de más vendidos de La casa del libro. Sólo quiero que los que esperan el libro tengan oportunidad de leerlo y que Los Hijos de Gea se complete.
Por ello, he decidido publicar la segunda parte, Anagennese, por mi cuenta. La primera versión será en formato electrónico, y preveo tenerla lista para antes de Navidad. También publicaré una versión limitada impresa para aquellos que quieran tener la obra en formato libro, que se pondrá a la venta en las librerías que quieran colaborar y bajo pedido.

Mientras no llega, podéis ir saboreando la obra con la presentación que Urban ha colgado en su página web, donde podéis ver algunas de las ilustraciones que ha preparado para Anagennese, y que se han exhibido en la capital eslovena. ¿Qué os parecen?

Las puedes ver AQUI

Me ha costado mucho tomar la decisión de compartir mis razones con vosotros, pero la verdad es que sin vuestro entusiasmo creo que me habría rendido hace tiempo. No puedo esperar a que leáis la segunda parte, de la que me siento particularmente orgullosa. Gracias por confiar en una obra nueva, y sobre todo por demostrar tanta pasión por el mundo de los libros. Nos vemos en breve.

Natalia Corbillón